Carmen es la flamenca Floreá, la lindy-hopera pelirroja que se pierde por los rincones con su libreta para dibujar, la profe de dibujo que convence a sus alumnos de que no sabe que los reyes magos existen, una pícara dicharachera, una compañera de clase divertidísima, una amiga y colaboradora sin igual.
Son tantas las pasiones que comparto con ella que era inevitable que nos conociéramos. La primera vez que la vi fue en clase de flamenco, la segunda en una jam de lindy hop, fue entonces cuando hablamos: Bellartista de formación, amante de la animación y del dibujo en general. ¿Qué más puedo decir?
Pero Carmen tiene mucho peligro: es una pilla de cuidado, como te descuides te convence de la historia más disparatada del mundo y luego se ríe a carcajadas de tu cara de pardillo/a.
Es por esto que mi versión de Carmen súper heroína va disfrazada de zorrita: astuta, ágil y muy traviesa. Sus armas son un gran lápiz de grafito y un infinito estuche cargado de rotuladores. La Rabossa Floreá tiene como compañero de travesuras a Garufa, su perro fiel, juntos recorren la ciudad dándole luz y color a los rincones más oscuros de la ciudad e incluso a la gente, aunque algunas veces no comparten su chispeante sentido del humor, por más que ella les repita que los bigotes son una tendencia muy actual.
